Sociedad Española de Agricultura Ecológica | Agroecología - SEAE
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La Presidenta de la Sociedad Española de Agroecología (SEAE), María Dolores Raigón, reflexiona para Valencia Capital Sostenible sobre agroecología, alimentación y sostenibilidad. 

Las formas agrícolas predominantes en la actualidad se están revelando como muy problemáticas por múltiples motivos: la cantidad de fitosanitarios necesarios para su desarrollo, los efectos sobre el cambio climático, la pérdida de diversidad biológica o la incapacidad para asegurar una soberanía alimentaria. En este texto, la doctora Raigón aboga por dar una respuesta desde la agroecología que se presenta como la mejor opción para responder a las necesidades de los consumidores y recuperar la calidad alimentaria, la sostenibilidad y la equidad social.

La alimentación está estrechamente ligada a la evolución del hombre en su proceso de civilización. Los estándares alimenticios van evolucionando conforme se incrementan las interacciones entre el ser humano y el entorno donde desarrolla su actividad.

El suministro de alimentos a una población es uno de los principales objetivos a tener en cuenta en cualquier plan de desarrollo económico y social. Pero la producción de alimentos no implica en exclusiva la obtención de altos rendimientos agronómicos, sino lograr alimentos que sean por sí mismos suficientes para la nutrición y por tanto aptos para mantener la salud.

La calidad de los alimentos puede expresarse por medio de diferentes criterios relacionados con su composición química y nutricional, que además pueden influir de manera muy directa sobre los atributos organolépticos del sabor, olor, textura, etc. El criterio de calidad de mayor importancia para la alimentación y nutrición humana es el que caracteriza al valor bromatológico de los productos agroalimentarios –contenido en proteínas, vitaminas, minerales, sustancias antioxidantes–, siendo además importante para la salud la ausencia en los alimentos de sustancias no deseadas, como residuos de fitosanitarios, nitratos, aditivos, etc.

En el transcurso de los últimos años, la composición de las frutas y verduras ha sufrido pérdidas considerables en el contenido en vitaminas y minerales, que oscilan entre un 12% en calcio para el plátano, hasta un 87% de vitamina C en fresas.

La composición nutricional de los alimentos es variable y depende de diferentes factores, entre ellos las técnicas de producción, donde se incluye el potencial genético del producto vegetal o ganadero, así como del resto de factores que intervienen en el sistema de producción: fertilización, productos fitosanitarios, agua de riego, alimentación del ganado, bienestar animal, profilaxis, etc.

En el transcurso de los últimos años la composición de las frutas y verduras ha sufrido pérdidas considerables en el contenido en vitaminas y minerales, que oscilan entre un 12% en calcio para el plátano, hasta un 87% de vitamina C en fresas. Las causas principales de estas pérdidas son el empobrecimiento de los suelos, el empleo de variedades comerciales, el almacenamiento durante largo tiempo sin maduración natural, el transporte y empleo de tratamientos químicos. Por lo que para intervenir e invertir el proceso de detrimento del contenido nutricional, hay que actuar con técnicas de producción ecológica que reactiva la fertilidad biológica del suelo, usa variedades tradicionales, respeta los ciclos naturales de los alimentos y la maduración en la planta, además de apostar por los alimentos de cercanía.

Los cultivos convencionales están muy adecuados para los sistemas de altos insumos agrícolas, de monocultivos que son altamente productivos, pero en gran medida insostenibles por su dependencia de insumos externos, no renovables y por las consecuencias sobre la contaminación del suelo, del agua, del aire y de los seres que cohabitan y se alimentan de los alimentos obtenidos por este modelo de agricultura.

Es necesaria voluntad política para reevaluar y hacer frente a los intereses particulares, los incentivos y las relaciones de poder que mantienen en pie la agricultura industrial dependiente de productos agroquímicos.

En palabras del Director General de la FAO, hemos llegado a un punto de inflexión en la agricultura. Hoy en día el modelo agrícola dominante resulta sumamente problemático, no solo por el daño que causan los productos fitosanitarios, sino también por los efectos de estos en el cambio climático, la pérdida de diversidad biológica y la incapacidad para asegurar una soberanía alimentaria. Estas cuestiones están estrechamente interrelacionadas y deben abordarse de manera conjunta para hacer plenamente efectivo el derecho a la alimentación. Los esfuerzos por combatir los plaguicidas peligrosos solo tendrán éxito si tienen en cuenta los factores ecológicos, económicos y sociales de las políticas agrícolas que se articulan en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es necesaria voluntad política para reevaluar y hacer frente a los intereses particulares, los incentivos y las relaciones de poder que mantienen en pie la agricultura industrial dependiente de productos agroquímicos. Deben cuestionarse tanto las políticas agrícolas como los sistemas de comercio y la influencia de las empresas en las políticas públicas si se quieren abandonar los sistemas industriales de alimentación dependientes de plaguicidas y se deben contemplar la agroecología como alternativa a este sistema productivo.

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Los métodos agroecológicos para la producción de alimentos, son más holísticos y están basados en la co-participación de los avances científicos respetuosos con el medio ambiente y el equilibrio que marca la propia naturaleza, teniendo en cuenta el papel multifuncional de la agricultura en la producción de alimentos, la mejora e incremento de la biodiversidad, con la finalidad de proporcionar seguridad alimentaria sostenible en los diferentes territorios.

La agroecología incluye una percepción de economía circular, usando y aprovechando los recursos materiales y conceptuales ya disponibles, como población local, sus conocimientos, necesidades, aspiraciones y recursos naturales. El enfoque también puede involucrar al consumidor como un actor clave en las decisiones sobre el diseño de los sistemas alimentarios, especialmente en lo que se refiere a la calidad de los alimentos, la salud y la sostenibilidad social y ambiental.

La agroecología se presenta como la mejor opción para responder a las necesidades de los consumidores para recuperar la calidad alimentaria, la sostenibilidad y la equidad social en un sentido amplio, al tiempo que responde a las preocupaciones de salud y medio ambiente y asegurar los medios de vida en la agricultura local a pequeña escala.
Las técnicas de producción ecológicas, reconocidas como sostenibles, son favorables para producir alimentos de alta concentración nutricional y organoléptica:

El conjunto de estos resultados pone de manifiesto el doble atractivo que presentan los alimentos ecológicos y lo importante de su ingesta sobre la salud. Por un lado, son alimentos que no están expuestos a sustancias de carácter tóxico procedentes de los pesticidas empleados en la agricultura convencional, y la acumulación de nitratos (potencialmente tóxicos). Además, la composición nutricional de los alimentos ecológicos es más equilibrada proporcionando los nutrientes en cantidades suficientes a las dosis recomendadas.
Saber lo que comemos, cómo se producen los alimentos y la repercusión en el organismo es importante, pero es muy importante también saber lo que inhalamos y lo que absorbemos a través de la piel. Esto también puede afectar a las digestiones y otras funciones metabólicas. Los alimentos no deben poner en peligro la salud del consumidor por agentes químicos, biológicos y de otro tipo.

Entre los principios de la producción ecológica, uno de ellos es el principio de la salud, que incluye también una descripción del concepto de sostenibilidad. En este sentido, la sostenibilidad hace referencia al concepto general de alimento sostenible, obtenido mediante técnicas que son respetuosas con el paisaje y el mantenimiento de los servicios del ecosistema, tales como suelos fértiles y agua limpia, mientras que asegura una renta justa para los productores y costes adecuados a los consumidores.


Fuente: Valencia Capital Sostenible


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