Por nuestra parte, en primer lugar, compartimos este vídeo donde se recoge el Panel dedicado a "Salud y Calidad" de las últimas XXVII JT SEAE (octubre 2019, Gandía). Recomendamos todas las intervenciones de este panel pero en este fragmento, recogemos la ponencia de Koldo sobre "Conexiones entre la agroindustria y los organismos internacionales de protección del derecho a la alimentación".
Ilustres investigadores españoles, como Nicolás Olea o Marieta Fernández, de la Universidad de Granada, llevan años estudiando los efectos provocados por el uso de agroquímicos y la intensificación agrícola [3]. Las concentraciones han pasado de ser analizadas de mg/kg (ppm), como dicen los cánones, a µg/kg (1000 veces menos), dado que a esas concentraciones ya se están dando efectos nocivos para el organismo. De hecho, 6 de cada 10 residuos de plaguicidas cuantificados en la dieta europea son presuntos disruptores endocrinos [4]y actúan a esos niveles de concentración. Hay que tener en cuenta que la misma cantidad de un tóxico puede afectar individualmente de manera distinta, según nuestra propia sensibilidad al producto, o nuestra edad (no es igual de sensible un bebé o un anciano que un adulto sano), o el momento en que entramos en contacto (si estamos enfermos o débiles afectará mucho más). Y por supuesto, según nuestra dieta.
Otros estudios científicos [5]relacionan diferentes compuestos agrotóxicos [6]con el cáncer, la leucemia, el Alzheimer, el asma, la obesidad, la diabetes, la hipertensión o alteraciones en el sistema endocrino, entre otras. Del mismo modo, otras investigaciones también apuntan a que una dieta de alimentos ecológicos reduce significativamente los niveles de pesticidas en la orina en niños y adultos [7]. Además, una substancia sintética puede dar lugar a diversos tipos de residuos (Coscollá, 1993). Por un lado, la materia activa y los metabolitos primarios libres, por otro los productos conjugados, los llamados metabolitos ligados covalentemente (muy estables y persistentes, a la vez que poco conocidos). Es por ello que se les ignora legalmente, pero no dejan de ser peligrosos.
Sin embargo, muchas autoridades y empresas siguen insistiendo en su necesidad y su baja peligrosidad. Un ejemplo claro de esta controversia es el glifosato. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), en 2015, clasificaba el glifosato como posiblemente cancerígeno para las personas, mientras que posteriormente la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), organismo científico regulador de la UE, concluyó que esto no era probable. ¿Qué ha pasado? ¿Realmente antes era seguro o ahora sigue siéndolo? ¿Por qué estas diferencias cuando todos dicen defender nuestra salud?
La concentración y poder de las multinacionales en el sector agroalimentario ha ido en aumento, y con ella una forma de concebir la producción más industrializada y tecnificada. Al mismo tiempo, la demanda de productos de mayor calidad y con ausencia de agrotóxicos, está creciendo junto a la conciencia de los consumidores de que su alimentación tiene que ver son su salud y la del planeta. Esta disyuntiva se salda con promesas de control por parte de la agroindustria, de trazabilidad y de límites a los residuos que, presuntamente, nos pueden dañar la salud. Y también se basan en unas normativas supuestamente realizadas de forma ajena a empresas relacionadas con fitosanitarios. El santo grial son los LMRs, los límites máximos de residuos de esos agrotóxicos, aquello que nos da la confianza de que alimentación en esta sociedad está mucho más controlada que nunca. Pero… la pregunta: ¿Estos LMRs son suficientemente objetivos y científicamente probados como para mantenernos a todos en la confianza deseada? Siendo así, ¿tiene sentido que pidamos una conversión del 100% de nuestra agricultura a una sin uso de agrotóxicos?
Una de las obligaciones del Reglamento de la Unión Europea No 396/2005 relativo a los LMRs de plaguicidas en alimentos y piensos de origen vegetal es elaborar informes anuales. Este Reglamento parte de la premisa de que la producción de alimentos requiere del empleo de métodos, entre ellos los fitosanitarios, que eviten los daños y garanticen una productividad elevada; al mismo tiempo indica que sus residuos, tanto en los alimentos tratados, como en los animales alimentados con tales o en la miel producida por abejas expuestas a dichas sustancias, pueden tener consecuencias negativas para la salud humana y de los animales, por lo que su pretendido objetivo es garantizar un nivel elevado de protección de los consumidores, al que se une el más prosaico de fijar a escala comunitaria los LMR en aras de la libre circulación de mercancías. Antes de la entrada en vigor de este Reglamento, la Unión Europea contaba con tantos sistemas de evaluación y control de LMR como estados miembros, lo que dificultaba la libre circulación de mercancías.
Ahondando en esto, mientras que la parte no dispositiva y sin efectos jurídicos del Reglamento señala que se debería desarrollar una metodología que tenga en cuenta los efectos acumulativos y sinérgicos de los pesticidas, la práctica dicta que la evaluación se hace de manera individual, sin otra medida que mencionar, tal como ya se ha indicado, en los informes anuales de residuos de plaguicidas el número de muestras de alimentos analizados que presentaban más de un residuo.
A esto se le unen otras arbitrariedades, como su catálogo de excepciones: en productos destinados a terceros países (si se justifica que éstos demandan esos tratamientos), “tolerancia a la importación” (un LMR fijado para productos importados para satisfacer las necesidades del comercio internacional, lo que se traduce en numerosas protestas de nuestros agricultores hacia ciertos Convenios internacionales), el establecimiento de un valor de LMR por defecto para aquellos plaguicidas que no tengan un LMR específico (0,01 mg/kg, sin tener en cuenta ningún estudio de toxicidad) o la fijación de LMR temporales en determinadas circunstancias (tales como casos excepcionales, especialmente, cuando la presencia de residuos pueda deberse a la contaminación ambiental o de otro tipo, o cuando los productos comercializados constituyan una fracción poco importante de la dieta de los europeos y, en su caso de los animales, o para la miel y las infusiones de hierbas, etc).
El procedimiento de fijación de los LMR es similar al de autorización y renovación de sustancias plaguicidas y padece los mismos errores, al ser un sistema tecnocrático [8]que dificulta la transparencia en la toma de decisiones y tener la industria solicitante un excesivo papel protagonista.
Al fin y al cabo, los LMRs sólo son números, medias para estadísticas. El Reglamento Europeo aborda la problemática de los residuos de pesticidas como si de una ficción se tratase puesto que la realidad queda ocultada detrás de conceptos como las buenas prácticas agrícolas, los grupos vulnerables y la evaluación individual de los plaguicidas, impidiendo el objetivo de protección de la salud humana. En conclusión, y parafraseando a Ulrich Beck [9], los LMR cumplen la función simbólica de desintoxicación de la sociedad, ya que son el instrumento que permite,o al menos pretende hacerlo, tranquilizar contra la toxicidad de los pesticidas:¿qué mejor forma de negar su peligro que establecer unos límites con apariencia de ciencia científica que indiquen que un veneno no lo es?. ■
Referencias bibliográficas: Para consultar la totalidad de este artículo así como todas las referencias bibliográficas que en él aparecen, dispone de la libre descarga del documento “Evidencias Científicas de la Producción Ecológica” en www.agroecologia.net
[1]Ecologistas en Acción
[2] SEAE, La Vall de la Casella Coop.V
[3] Freire C, López-Espinosa MJ, Fernández M, Molina-Molina JM, Prada R, Olea N. Prenatal exposure to organochlorine pesticides and TSH status in newborns from Southern Spain. Sci Total Environ. 2011.
[5] Tres nuevos estudios separados de 2012 confirman: los pesticidas dañan la cognición de los niños- www.panna.org/
[6] La Academia Estadounidense de Pediatría señala que los residuos de pesticidas en los alimentos son la ruta más crítica de exposición infantil. Otras formas importantes en que los niños toman pesticidas: en el útero, en el hogar y la guardería o en escuelas y parques infantiles - www.panna.org/
[7] Según un estudio de la Universidad de California , junto a la Commonweal Institute (Bolinas, CA) y Friends of the Earth de Berkeley; u otro del Harvard T.H. Chan School of Public Health y la Brigham and Women’s Hospital and Harvard Medical School, de Boston (Massachusetts).
[8] Una caracterización de la tecnocracia es la propuesta por Jean Meynaud en la década de los años sesenta del siglo XX, que es definida como una forma de estructurar el poder de manera que los técnicos condicionan o determinan la toma de decisiones, tendiendo a sustituir al político en la fijación de políticas y al burócrata en la puesta en operación de las decisiones (MAYOL MIRANDA, A., “La Tecnocracia: el falso profeta de la modernidad”, Revista de Sociología, No 17, 2003).
[9] BECK, U., Risikogesellschaft. Auf dem Weg in eine andere Moderne, Frankfurt, 1986 (trad. cast.: La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad, 1ª ed., Barcelona, Surcos, 2006), p. 29.
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